La décima mirada se aapostó en tus muros , también mis ganas de volver a rozar tu piel con mis labios.
Mi cuerpo soltó la euforia y un trozo de deseos que rodaron por tus llanuras espesas. Entonces callé. Mis ojos contemplaron el horizonte y junto a el tu belleza, el pasado, las risas y todo ese recuerdo que solamente puede ser de las memorias.
Intenté gritar, gritar con el corazón, anhelando maldecir el hundimiento de tu silencio que me ostiga profundamente hasta explotar. Explotar en el llanto y en la batalla por olvidarte
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